TITULO: Job: una comedia de justicia
AUTOR: Robert A. Heinlein
GÉNERO: ciencia ficción, Heinlein
AÑO PUBLICACIÓN: 1984
Para los seguidores y
lectores acérrimos del decano, es sabido que su última etapa fue la más floja,
con algunas redundancias del ABC Heinleniano, unos pastiches de conceptos
interesantes, pero algo vagos en su desarrollo, o más bien desequilibrados, y
excesos en ciertos aspectos. Job, no es una excepción a lo mencionado. Aunque,
por otro lado, resulta una lectura divertida, ágil, con encanto y un argumento
con gancho; como todo lo del maestro.
El
argumento (yo lo explico)
Aquí nuestro particular héroe, mundano e
imperfecto, es Graham, que se encuentra de viaje en la Polinesia para conocer
los rituales del lugar. Al regresar a su camarote, se alude a él como Alex
Hergensheir, por lo cual se verá en la obligación de averiguar qué está
sucediendo a su alrededor…ya que el mundo que él conocía, no es el mismo que
ahora se le presenta ante sus ojos. Su ‘camarera’ personal: Margrethe (la
partener de la obra), se afanará a ayudarle, tras rendirse a sus pies, y ambos
vivirán entre varios mundos, intentando sacar en claro la situación; ya no del
porqué del cambio de identidad del protagonista; sino del frecuente desplome de
realidades y conexión con otras...mucho más serio de lo que acontece.
Reseña
El
transfondo de la obra toca el paralelismo y solapación dimensional (ciencia
ficción), con la importancia de la teología en ello (de ahí su nombre: Job. De
hecho, en cada capítulo, hay previo un pasaje de la biblia que casa con este
presente), temática recurrente en sus últimas obras. A raíz de su premisa
argumental y planteamiento- nudo, Heinlein introduce al lector en un sin parar
de situaciones y aventuras de carretera de ambos protagonistas, en búsqueda de
la verdad y la fuente de la solución. Con ello, el escritor hace gala de su
crítica exhaustiva en varios campos, como: el esclavismo moderno (cuando crean
una deuda con su país rescatador, que los envía a trabajar para terceros), el
racismo a la inversa (en el primer trabajo de los personajes principales en
Méjico), el opaco y doble lenguaje social ( con una acusada tendencia a las
reflexiones sexuales y sus protocolos, si bien, con acierto respecto a la fina
línea de los protocolos, pero cierta desmesura a la calentura mental), la
privaciones Americanas respecto al nudismo y su naturaleza ( uno de su tema
favoritos, incluso en su época dorada : “Amo de títeres” o “ Puerta al verano”
, por ejemplo), la falta de libertad y censura publica, hacia la burocracia y
los derechos constitucionales para refugiados, entre otros, así como reflexiona
acerca de un nuevo Armagedón y la razón de éste, cuadrándola con la realidad y
las escrituras sagradas.
Pese a que su desarrollo es equilibrado, al seguir una línea marcada que no decrece en ritmo ni tensión, la novela se torna en ocasiones repetitiva y por ello, redundante. Además, hay temas que se antojan “metidos con calzador”, como en un breve pasaje en el cual conocen a una familia, y de ahí salen tríos y rituales lujuriosos, eso sí, sin mucho detalle al respecto.
Por
otra parte, contiene mensajes muy válidos y citas geniales…destellos, los
seguía conservando:
“no
sabemos quiénes somos, ni de dónde venimos, ni porqué estamos aquí. Mi dilema,
simplemente, era más reciente, no distinto”
”
Ed sostenía que ningún hombre puede practicar la moderación hasta que no ha
dado pleno curso a la inmoderación…de otro modo, cuando la tentación se abra
camino, no sabrá cómo manejarla!
Asi pues, “Job” es un sin parar de idas y venidas por trabajos de hosteleria medio esclavistas, contiendas sexuales, divagaciones filosóficas a medios gas y comidas a tuti plen. Un poco como una road movie, con su trasfondo científico-teológico apocalíptico, algo disparatada, excesiva en más de una ocasión, pero distraída y efectiva como lectura; cosa que perduraba en el maestro hasta en su época más débil literariamente hablando. Siendo no recomendable para principiantes del decano, pero si para sus estudiosos, conserva la esencia Heinleiniana, la de las ciencias sociales y la solución de su entramado con el desarrollo:
"Nada
termina nunca, nada es perfecto nunca, pero la raza de los hombres recibe una y
otra vez una nueva oportunidad de hacerlo mejor que en la anterior ocasión. Una
y otra vez, sin final”
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